Sunday, May 18, 2008

Soñemos...

Dos mil novecientas doce horas. Ciento veintiún días y medio que el cuerpo pasa inmóvil. Completamente independiente, pero estúpidamente inmóvil. La mente se convierte en un océano en la peor de sus mareas. Autónoma y libre se abre paso por la pantalla gigante de la imaginación. Y como un pájaro arma un nido, ramita por ramita, la mente arma sueños y pesadillas, con memorias y fantasías, deseos o pensamientos y un poco de recuerdos que pensábamos se habían borrado. Impredecible y fantástica, la mente nunca deja de trabajar. Almacena en el día real y en el día inentendible del subconsciente . Cada letra, cada respiro, cada movimiento, cada gesto, cada intención, cada pensamiento. Hasta el más mínimo, todo se junta y se mezcla como el cielo y las nubes si se las batiera en algún recipiente, que esperemos no sea la tierra. Y el resultado: una película completamente olvidable, casi siempre incoherente pero real para cada uno. Obsoleta como cualquier sueño, pero impactante y sorprendente.